29 julio 2009

No, Bob, no

Robert Downey Jr. es un grosso. Sí, el tipo le dio a la pala como loco, pero es un grosso igual. Usted ya lo sabe: los excesos faloperos no hacen a un tipo ni mejor ni peor, a menos que se transforme en un ex-adicto, con lo cual se convierte automáticamente en un humano notable y está habilitado para dar notas por ahí diciendo frases del orden de: "yo estaba perdido", "gracias a Dios pude salir, pero muchos no", "perdí muchos amigos", "chicos no se droguen", y demás lugares comunes del drogón reformado con ínfulas de mesías sanitario. Pero no Robert, no. En mi fuero íntimo sospecho que es porque cada tanto se pega un saque, y está bien. Un solo drogón talentoso vale por mil licenciados en administración de empresas rebosantes de buena salud y moral cristiana. Y dicho sea de paso ¿cuándo será el glorioso día que aparezcan estudiantes de semejante carrera, ya reformados y reinsertados socialmente, para dar entrevistas y así evitar que los jóvenes se metan a estudiar gansadas? Porque vamos, es abrumador, el paco y la UADE destruyen cerebros en ambos extremos del espectro social.
En fin, volvamos a Robert. Robert, Robert, billetera mata galán. Lo sabés. Intuyo que por eso tenés el protagónico en la empanada monumental que me morfé desprevenidamente, engatusado vilmente, engañado por tu nombre en los títulos, maldita sea.
Ingresé como un equino al edulcorado universo de Iron Man, trama de madurez y pseudopacifismo, all-in-one. Nuestro amigo Robert hace de un multimillonario excéntrico, mujeriego y cínico, que luego de ser raptado por un grupete de afganos decide dar un rumbo nuevo a su compañía, proovedora de armas de última generación al ejército yanki, al ver el uso que se le da a sus productos cuando caen en las manos equivocadas (musulmanas, por cierto). Porque, verá usted, un arma en manos de un soldado de Winsconsin hace justicia, en manos de un afgano hace cagadas. Y así Iron Man (millonario en armadura robótica armada en una semana, con 3 destornilladores, un alambre de fardo, varias piecitas nucleares, y mucho, pero mucho, hierro, en una cueva roñosa del culo mismo de Oriente Medio), luego de lograr su escape, comienza a hacer visitas al mencionado país para surtir culos islámicos y proteger a los pobres civiles que sufren las vejaciones del pintoresco grupo de barbudos. Chupate esa mandarina Superman, este pibe no te faja al punga común y corriente, si no que te resuelve batallas contra regímenes basados en un inglés con acento raro, impresionante. Un héroe del nuevo milenio, carajo, eso hace falta para terminar con el terrorismo. Pero, siempre hay un pero, nuestro amigo descubre una amarga verdad: su hombre de confianza, el que le dirige la compañía, Jeff Bridges, digamosló de una vez -para desazón de todo aquel que lo supo ver como Lebowski o Jack Lucas-, es el que hizo que los afganos lo raptaran, y ahora, encima, está fabricando una versión mejorada del Iron Man, a partir de un reactor en miniatura que nuestro héroe construyó con 5 escarbadientes y un sacacorchos (para alimentar un imán que impide que se le metan esquirlas en el bobo) en aquellos días de cautiverio. Final de rigor: enfrentamiento de los 2 Iron Man, uno a cargo del multimillonario con el bypass radioactivo, el otro manejado por el malvado traidor, afgan-lover, pelado de barba garca. Si usted supone ese final que está suponiendo, acertó. Hay que hacer la secuela, chei. Les sugiero a los productores un combo de villanos compuesto por norcoreanos en pelotas y un alto oficial del ejército yanki, que traiciona a su país por un diamante del tamaño de un testículo de toro. Éxito a se gu ra do.

Posible adaptación argenta: Iron Man es el refuerzo estrella de la flamante policía macrista, liberando finalmente el Puente Pueyrredón, y proveyendo a Caritas de carne de piquetero. Epílogo: Iron Man es elegido intendente de Escobar.

En fin, Robert, ojalá te gastes todo en putas.

E invitá, por lo menos.

Achtung, tráiler: