30 noviembre 2009

Sustituíme ésta

Oh, benditas empanadas pletóricas de crítica social, una nueva integrante ha venido a sumarse a tan selecto grupo. Se dice que cuando Bruce Willis quiso actuar en 12 Monos, Terry Gilliam le pasó una lista con "Clichés de Willis", dejando en claro, por ejemplo, que el astro no podía recurrir a sus famosas miradas zoolanderísticas. Parece que Bruce traspapeló esa lista, o tal vez, en una de esas inquisidoras limpiezas que uno hace cada tanto, la transmutó a bollo y la arrojó junto con algún cd de Don Johnson y un folleto de Schwanek estelarizado por Islas, porque, sépanlo, Bruce Willis is back.
Y el muchacho is back con "Surrogates", a.k.a. "Identidad Sustituta", película de corte futurístico que intenta, con la obstinada entrega de un perro que se mea de los nervios, denunciar la alienación que sufre buena parte de la muchachada que habita este cascote acuoso. Vale aclarar, para no apalear gratuitamente a Jonathan Mostow, el perpetrador de esta maravillosa obra, que esta fantástica parábola está basada en un cómic del cual, lo admito, no tengo la más prostituta idea; aunque, eso sí, tengamos en claro que Mostow tiene un prontuario que incluye Terminator 3 y U-571. Pero iniciémonos de una vez, eh?
Resulta que en un futuro mas o menos lejano, la tecnología ha permitido la creación de sustitutos robóticos de impresionante parecido al hombre y un costo accesible. Y como es de suponer, ahora todo el mundo tiene su sustituto robótico funcionando por ahí mientras se lo controla desde una reposera convenientemente instalada en su cuarto preferido. Al parecer, la creación y el uso masivo de androides para ir a comprar medio kilo de berenjenas o jugar al loto conduce necesariamente a dos cuestiones: 1) el crimen se reduce a un porcentaje similar al de las bacterias sobreseídas por el Lysoform y 2) surgen zonas libres de androides donde viven aquellos que se niegan a usar estos aparatos y prefieren asistir en persona a los ritos ofrendados al fantasma hebreo que digita sus vidas. En cuanto al primer punto uno no puede menos que preguntarse cual es la razón para que el crimen baje, dado que uno supone que los maleantes poseerán sustitutos robóticos para ir a desvalijar casas mientras una multitud de salames compra berenjenas desde su reposera. De hecho, pareciera no hacer falta sustitutos robóticos en absoluto para tal fantástica tarea. Asumimos pues que a) junto con la creación de los androides, el coeficiente intelectual del hampa se redujo a un nivel peligrosamente cercano al de Luis Otero, o b) que lo único que motiva el afano en el mundo es la ausencia de dobles robóticos con los cuales ir a comprar berenjenas y no ese absurdo listado progre que incluye la miseria, la desigualdad social, el abuso mediático o el sostén de un conjunto de valores que considera deseable ser, por ejemplo, Ricardo Fort. Por cierto, ¿cómo compran sus androides aquellos que carecen de dinero? No lo sabemos, al parecer todo el mundo en el futuro va a tener plata. En cuanto al segundo punto, es razonable ir a pedir cosas a fantasmas beligerantes y contradictorios en persona, ya que uno causa mucha mejor impresión y no queda como un puto antinatural.
Una vez hemos instalado esta premisa bien adentro de nuestro delicado encéfalo, podemos dedicarnos a ver el resto de la historia, en la que Bruce interpreta a un cana que investiga la muerte de dos tipos a manos de otro con un "coso-que-tira-electricidad-a-lo-pavote" (disculpe el lenguaje técnico) y que parece que de una descarga te rompe el robot en cuatro y a vos también, que estabas tan chocho en tu reposera. Oh, la humanidad!
Puntos álgidos de la impresionante trama:
-Una de las víctimas resulta ser hijo del inventor de los robots, básicamente un viejo que vive aislado puteando. El otro era un gordo desagradable que tenía como robot a una rubia querendona.
-El líder de los que quieren un mundo sin robots es un negro grandote y de rastas. Un cliché a la derecha, por favor.
-Los robots se drogan con picanas. Y se ríen mientras uno les pega.
-Todo el mundo tiene sustitutos más lindos que uno, excepto, por supuesto, Bruce Willis y su mujer, que sólo están tuneados un poco, más que nada a la altura del pelo. Debo admitir que éste es el uso de la tecnología más interesante que ví en la película. Alopecia y la puta que te parió.
-Sigue habiendo restaurantes. Vaya a saber uno para qué.
-Todo el sistema de robots y ese tipo de mierdas se sostiene sobre un pilar compuesto por un gordo desagradable y 1 PC con 512 mb de ram que tiene el poder de hacer de todo, cosa que nuestro rotundo amigo olvida hasta que sólo faltan 5,8 segundos para que toda la humanidad muera y él está atado a una silla con cinta scotch.

Finalmente, una duda existencial: si uno se tira en la reposera que controla a un robot que se tira en otra reposera a controlar a otro robot, ¿qué pasa? Dale Borges, contestá.

Tráiler

25 noviembre 2009

Menú Premium: La Cité Des Enfants Perdus (O Tratado sobre la pulga psicopatera y el famoso perro de Pavlov)


Le Cité Des Enfants Perdus (1995), es el segundo y último largometraje (Delicatessen es el primero, sepaló) del dúo integrado por Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet antes de que uno (Jeunet) se las tomara a de unaited steits para hacer Alien Resurrection, y luego volviera a Francia a realizar Le fabuleux destin d'Amélie Poulain y Un long dimanche de fiançailles. El otro... el otro no sé, pero recientemente estrenó Dante 01, su primer largo después del divorcio (tiene algo hecho para tv de hace más de diez años), por lo que supongo que se habrá dedicado a otra cosa durante el impasse, la cual, le confieso, desconozco brutalmente. Igual, quedesé tranquilo, seguramente las fuerzas de seguridad galas habrán tomado cartas en el asunto.
Bien, esta grossitud que acá les traigo narra la odisea de One (¿Onisea?), un fortachón de feria más bueno que el pan, al que le rapta su hermanito adoptivo un grupo de Cíclopes. Resulta que este grupete de Cíclopes afana pibes para dárselos a Krank, un pseudocientífico, creado a su vez por un pseudocientífico, que pretende, hasta el momento con nulo éxito, extraer los sueños de los pendejos para ver si puede dejar de envejecer. Y todo pasa en una ciudad de huérfanos explotados, un cerebro en una pecera, clones idiotas, un par de siamesas mirthalegrandescas, un organista y una pulga zarpada, filmada como la tutísimamadrequeloremiltuteó.

Ideal para un sábado a la noche si usted es tan looser como yo y no tiene un mejor plan que mirar una pantalla por dos horitas. De ser así, mis respetos. De no ser así, lo felicito.

En fin, disfrutelá.


Descargue, oh yeah:
http://www.megaupload.com/?d=0WNVTXEY


Tráiler