27 octubre 2009

Pobres esos pobres como nosotros

A tono con las últimas (ir)reflexiones del mundo mediático, según el cual Milagro Sala sería la mísmisima Satanás encarnada y los piqueteros de Mataderos tendrían armas de destrucción masiva, llega a los cines El Solista; y yo me terminé de hinchar los huevos.
Que la pobreza es un fenómeno que se les aparece tan natural como cagar a gran cantidad de imbéciles es algo que ya se sabe, se dice y se defiende. Pero cuando el discurso se vuelve tan denso y tan extendido uno no puede menos que agarrarse un huevo con la puerta del auto y clamar por aquellas que los dieron a luz, aún cometiendo el exabrupto de denominarlas mujeres de baja moral (cosa que probablemente sean, pero no, lamentablemente, en el ámbito venéreo). El Solista, fiel a su objetivo de feel good movie, viene a reivindicar esa visión pelotuda, que se dice progre porque muestra a un pobre y pone cara de "Oh, la humanidad!", mientras perpetúa un discurso que no por tibio y maricón es menos peligroso. Según se desprende de esta película, en la que un periodista (latino, pues claro, somos progres, ya se lo dije) descubre a un talentoso cellista entre el linyeraje común y corriente -¿me entendés, boló?-, las principales causas de la existencia de personas que duermen y viven en la calle son la locura de éstos y la falta de atención de la desatenta clase gubernamental. Y como no podría estar esta visión del mundo más acorde con el pensamiento de la vieja chota que ojea La Nación o el pelotudito de la UADE que dice "kretina" como si fuera un apodo inteligente: los pobres son de dos tipos: los anormales, loquitos que por alguna extraña razón (posiblemente por romanticismo, un exceso en la secreción de la glándula bohémica o la locura, así, clinicamente a secas) eligen (sí, extraña concepción de libre albedrío la de ciertos iluminados, muy similar a la de la lacra religiosa) vivir de ese modo, en una suerte de martirio moderno que denuncia nuestro cómodo consumismo y aburguesamiento y los convierte en ignotos jebuses; y los expulsados del sistema por la corrupción de una clase gubernamental inescrupulosa o -en muchísima menor medida- de otra, no menos inescrupulosa, conspiración a manos de las grandes corporaciones. Vaya a saber uno que les impide ver, en los mismos recursos que permiten el derroche o la acumulación de riqueza de ellos, las huellas de la pobreza de otros, condición sine qua non de las cifras astronómicas que maneja ese 2% de la población que, oh casualidad, es el mismo que escribe y protagoniza estas películas de mierda. O ver las huellas de la miseria en la nafta barata, los autos lujosos, las licuadoras de 5 pesos y básicamente todo el estilo de vida americano (o europeo, o de nuestra propia vieja sorete de Barrio Norte, ya que estamos). No, abordarán el tema desde estos personajes especiales, genios perdidos en un mar de pobres, que de otra manera no tendrían la más mínima importancia, para así seguir señalando la excepción como lo objetable, y no la regla, porque de tratar seriamente este tema, de siquiera importarles un poco, deberían dedicarse a otra cosa. Jamás podrán reconocer que no existe el uno sin la otra, al contrario, escribirán páginas, filmarán kilómetros de película, llenarán horas enteras de programación con la injusticia de la pobreza, sin siquiera intentar explicar su principal causa, la de un sistema que fabrica, por limitación inherente o, peor aún, necesidad, un ejército de muertos de hambre en los 5 continentes, y cuyo producto principal, su caballito de batalla, son ellos, los que filman estas películas y los que las van a ver emocionados, ese 20% del mundo que disfruta.
Metansé, amigos, esos Oscars, que bien merecidamente obtendrán con esta basura, en las profundidades de su recto.

Tráiler


4 comentarios:

  1. Bien, che, volviste again. Es muy interesante este post. Por ahí te lo robo y lo pongo en el faisbuk, no sin previa aclaración de fuente.
    Es como si hubiesen dos planos absolutamente heterogéneos y distintos, quiero decir, los pobres, y del otro lado el gobierno y todo tiene que arreglarse así, y sino pegamos dos o tres cacerolazos y nos recorremos toda el diccionario anteponiendo inteligentemente la letra "K". Y en el medio, como diría TN, está la imagen angelical de "la gente".
    ¿Y las empresas de la gente? ¿Los autos de la gente? ¿Las comidas de la gente? ¿La vida bien real y material de eso que falsamente nos venden como el espíritu incoloro, inodoro, insípido, de "la gente"?

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  2. Matías:
    Podés robarlo con tranquilidad, aunque debo decirte que tu comentario es muchísimo más claro y directo que el post, sabelo.
    Ahhhhh... "La Gente", esa entidad justificadora de pelotudeces y forreadas y legitimadora de cualquier discurso. Es notorio como ese "La gente" es absolutamente intercambiable con los términos "Dios", "Mercado", "Democracia" y "Libertad", esas bonitas palabras que se vacían constantemente de sentido (si alguna vez lo tuvieron) para que todo sea siempre igual.
    Y ya que estamos con todo este tema, si algún día estas al dope mirate "Noam Chomsky and the Mass Media - Manufacturing Consent": http://video.google.com.ar/videoplay?docid=-4253390660425568933&hl=es&emb=1#

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  3. Ahhh, ya me olvidaba (qué falta de modales): un abrazo grande, caballero. Gracias por pasarse.

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  4. Estimadísimo... cuánto hacía que no pasaba y cuánto me arrepiento de eyo. Grandísimas crónicas-críticas; sepa que mi diario de cabecera es Barcelona, y mi crítico de cine de cabecera es usté. Póngase contento si le cabe, alelú alelú alelú, uo pa pa uo pa pa uo pa pa uo pa pa uo.

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